19 de noviembre de 2012



Luego de los resultados del 7 de octubre la alegría y el entusiasmo mostrado durante toda la campaña, como es lógico después de una derrota, se esfumó.

Sorprendentemente, quienes apoyaron al candidato a la reelección perpetua tampoco salieron a celebrar. Cosa muy extraña.

En el transcurrir de los días, uno como actor político, en el buen sentido de la palabra, esperó escuchar algunas reflexiones introspectivas sobre las razones de la desesperanzadora derrota, sin embrago, solo pudimos escuchar “incitaciones banales para participar bajo las mismas condiciones en un proceso parecido”. No hubo ninguna reflexión.

Siendo un poco más fuertes en la interpretación del momento, esperamos algunos ajustes en los esquemas y equipos de campaña, pues los errores fueron muchos. Pero nada que ver… Todo queda igual. Todo el mundo tiene que ir a votar por los candidatos de la Unidad, aun cuando esos candidatos, responsables locales de la derrota, no hayan tenido la decencia de asumir sus errores y remover de sus equipos a los principales artífices de esta, y lo digo en específico por la situación presentada en mi estado, el Zulia.

Y como si esto fuese poco, lo peor de todo es el tono utilizado para invitar a votar por nuestros candidatos, entendiendo por tono la forma utilizada para enviar el mensaje a los electores, tan cercana al miedo que parece propaganda roja.

Tratar de convencer a la gente con argumentos es más complejo pero mucho más sólido que meternos miedo con el “coco rojo”. Cuando los venezolanos veamos que la dirigencia política asume el reto de convencernos a todos que “Hay un Camino” y esa dirigencia asuma el verdadero liderazgo, el de la calle, no el de los medios, lo más probable sea que el “elemento miedo” comience a ceder, y el cambio, parte del Camino, se comience a germinar.

En el Zulia, la dirigencia política de oposición está obligada a reflexionar y a rectificar en positivo, pues la prepotencia de algunos de sus principales dirigentes raya en los límites de lo insano, y con gente así no podremos construir los espacios de cambio para el progreso, y sin progreso no es posible la Libertad.

¡Que Dios Bendiga a Venezuela!

Alexander Acosta Guerra
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